08 junio 2009

COLOMBIA: Las esquinas de 'tolerancia'

(foto:En las calles de Cali deambulan unas 2.500 mujeres transexuales. El centro es una de las zonas más transitadas.
Jorge Orozco / El País)
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Fuente: El País Por: Carolina Bohórquez R. (*1) (Cali, Valle, Colombia)-.
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La prostitución en calles y en casas está regada por el norte, el centro, el sur y en las vías de acceso a Cali.

Expira el humo con rabia. Al alejar el cigarrillo de su boca, ‘Carol’ deja ver la única falange que le queda en el dedo meñique de su mano derecha. Es el vestigio de aquel zarpazo que recibió del hombre que la atacó con un cuchillo por defender a otra mujer transexual, cuando esperaba en el andén el arribo de algún cliente en busca de sus favores sexuales.

Ese dedo mutilado y algunas cicatrices por las balas que le han marcado su cuerpo, en especial las que están ocultas bajo una blusa escotada hacen que ‘Carol’ reniegue a veces de la prostitución, la que lleva ejerciendo desde hace quince años.

Su sitio de trabajo ha sido esa esquina de la Calle Octava con Carrera Sexta. Hoy se ubica allí después de las 10:00 p.m, al igual que otra decena de mujeres transexuales.

A plena luz del día esta vía está atiborrada por quienes acuden al centro a efectuar trámites notariales o por los que caminan apurados en dirección al Centro Cultural Comfandi o a la Gobernación.

Ya en medio del frío de la noche ese sector se transforma en una de las viejas ‘zonas de tolerancia’ de la ciudad, pero por la fuerza de la costumbre, porque en Cali no existe norma que regule ninguna zona de ese tipo. En este sector del centro deambulan cuerpos voluptuosos de faldas diminutas y tacones muy altos; algunas no se quedan en ese lugar y toman la Calle Séptima, hacia el Teatro Experimental de Cali, TEC.

“La calle nos trata muy mal, en ella nos disparan o nos apuñalan y por eso pensaría en hacer otra cosa, pero después reflexiono: Sí, me gusta ser prostituta y estoy orgullosa porque con este trabajo puedo ayudar a mis hermanos”, dice ‘Carol’, una joven de 32 años con alma de mujer. “Y a mucho honor, prostituta”, repite. “¿En qué otro sitio me van a ofrecer empleo siendo transexual? Yo no quiero ser peluquera y no me queda otra opción que venderme. En una noche, yéndome bien, me puedo ganar $200.000”, expresa esta trabajadora sexual que forma parte de unos 4.000 en Cali, entre mujeres, hombres, gays, travestis y ‘trans’. Todos ellos se reparten los andenes de la Avenida Sexta, el centro caleño, entre las carreras 12 y 15 con calles 10 y 14, y las calles Séptima y Octava con Carrera Sexta, así como las carreras 31 y 33 con Avenida Segunda Norte, la Calle 70 con Carrera 1 y las salidas a Yumbo y a Juanchito. Estas últimas son los puntos ideales para cautivar a turistas.

Promediando las 11:00 p.m., Jenny, una mujer de 25 años, sale a la Avenida Sexta con Carrera 23. Lo hace de manera tímida porque suele estar escondida o caminando por el andén de un lado a otro, donde no la alcance la luz de los postes. Nunca ha traspasado la frontera de la Octava Norte porque en ese territorio deambulaban las chicas transexuales, sí, deambulaban, porque últimamente no se les ha visto de nuevo. Dicen los vecinos que no se aparecen por la zona desde el asesinato del empresario Juan Fernando García y agregan que la Policía ahora está más atenta de su presencia. Actitud que genera reacciones de la Defensoría del Pueblo y de organizaciones de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, lgtb. Estos últimos reiteran el derecho de estar en el espacio público, a lo que la Policía responde: “Siempre y cuando no cometan actos obscenos”.

Aunque sabe que esa zona de Granada ha estado desocupada, Jenny prefiere seguir en la Sexta. “Yo llegué a Cali hace tres años y al buscar trabajo en esta ciudad no lo encontré, por lo que empecé a ser prostituta”, cuenta. Lo que recibe le sirve para pagar un cuarto en un inquilinato del centro, a donde lleva a sus clientes. “Para estar con ellos tengo que estar trabada, meter droga porque no puedo hacerlo en sano juicio”.

Como Jenny, en la Sexta hay mujeres, algunas con apariencia de niñas que se mantienen resguardadas en una esquina, casi inadvertidas, esperando la orden del proxeneta que las ofrece a los amantes de la rumba. Parece que estos intermediarios sexuales están enterados de que el Código de Procedimiento Penal establece penas de dos a cuatro años para quienes ejerzan el proxenetismo.

Entre tanto, en el Plan de Ordenamiento Territorial de Cali, POT, no se hace referencia al que es considerado el oficio más antiguo del mundo, aunque el Decreto 4002 de 2004 estipula que en los POT “o en los instrumentos que los desarrollen o complementen no se podrán establecer como permitidos, los usos que comprendan servicios de alto impacto referidos a la prostitución y actividades afines”. Pero esta norma, que sería perfecta para poner en cintura a más de 20 casas de lenocinio en Granada, Versalles, Tequendama, por los alrededores de la Autopista con 65, Los Cámbulos, en la Avenida Pasoancho con 70, La Flora y San Vicente, no se aplica. Según las autoridades, el decreto salió cuatro años después de haber sido aprobado el POT.

Además, mencionan otra dificultad: Muchas salas de masajes, que sí están contempladas en el POT, se mimetizan como establecimientos dedicados al comercio.

Investigadores de la Universidad del Valle dicen que la prostitución como fenómeno social últimamente está visible en la calles caleñas por las travestis. En cambio, las mujeres y hombres que se prostituyen optan por trabajar para proxenetas a puerta cerrada.

Sin embargo, no hay control y en opinión del subsecretario de Gobierno de Cali, Efraín Sierra, la tarea no es sencilla porque “no se encuentra prueba de prostitución, porque cuando se realizan los operativos ni usuarios ni trabajadores del lugar están desnudos o en el acto. Si acaso en paños menores y no podemos detenerlos porque no podemos ir en contra del libre desarrollo de la personalidad”. Lo que sí se hace, agrega el funcionario, es exigir el debido uso del suelo, el concepto sanitario de la Secretaría de Salud, el pago de derechos por la música a Sayco Acinpro y el certificado mercantil, conforme con la Ley 232.

Para las comunidades de Granada y Versalles, donde hay clubes, uno con el letrero de un restaurante cerca de la Clínica de Occidente y otros en la misma manzana de la parroquia de Santa Filomena, la respuesta del funcionario no es satisfactoria. “Llevamos años quejándonos de un sitio de prostitución que dice ser un club, en la Avenida 5 Norte entre calles 20 y 21”, comenta Aleyda Rendón, moradora del barrio Versalles, que está pensando en trasladarse de vivienda.

Ese camino es el que han tomado varios vecinos de San Vicente, a lo largo de la Avenida 2 y 2Bis, entre calles 22 y 34. “Mucha gente se ha ido, pero es mejor callar. Lo decidí desde que recibí una llamada telefónica que me decía que mi vida estaba en peligro”, dice un habitante del sector, de donde provienen la mayor parte de los 27 procesos que la Secretaría de Gobierno maneja este año contra clubes sin las condiciones sanitarias.

La posibilidad de crear una zona de tolerancia o un sitio donde estén organizados los prostíbulos, empezó a discutirse a raíz de la muerte del empresario García. No obstante, según el subdirector de Planeación, David Millán, esta zona no se llamará de tolerancia porque estigmatiza. Dice que se estudia crear un distrito, en las afueras de la ciudad o dentro del perímetro, donde debe realizarse una renovación urbana.

“¡No! Esa idea no nos cuadra a las 30 ‘chicas’ de la Carrera 1 con Calle 70”, dice ‘La madre’, o mejor ‘Claudia’, una caucana de 35 años que vivía en Piendamó sembrando la tierra y que ahora usa tangas negras con faldas transparentes. Las mujeres transexuales del centro tampoco están de acuerdo, como ‘Carol’, quien remata: “Nosotras somos como las cucarachas, entre más nos sacan más volvemos”.

Dato clave

El año pasado, la Secretaría de Gobierno de Cali apenas clausuró dos establecimientos con irregularidades, como parte de los operativos de control.
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Trans_Bitacora: Desde estas líneas queremos hacer llegar a la reportera de El País la señora Carolina Bohórquez R. que es una verdadera vergüenza el trato que se le ha dado a la noticia, tratando a todas las mujeres transexuales, en masculino, y cuando escribe sobre mujeres no transexuales, enfatíza que son mujeres, no como "los trans", como ha escrito ella o ello porque en Trans_Bitacora no conocemos los genitales de esta reportera, quizás tiene pene entonces es un reporterO

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